Uno de los habituales lamentos de
los usuarios del sexo de pago, es la tarifa de los servicios contratados. Siempre parece elevada. Obvio es, que tanto
el que oferta cómo el que contrata el servicio, tienen pleno derecho a fijar y
aceptar respectivamente el precio que les
parezca conveniente. La profesional
estima el montante a cobrar y el usuario lo paga en caso de haber
acuerdo. Si no lo hay, cada uno por su lado y santas pascuas.
Si echamos la cuenta de la vieja,
100, 120,150 o 200 euros a la hora es una cantidad nada despreciable. A la hora
de fijar dicho número, se tienen en cuenta muchos factores. Algunos pueden ser
más o menos objetivos. Por ejemplo: la cantidad
de servicios a incluir, si se dispone de sitio o de si este corre por
cuenta del cliente, etc. Otros son del todo subjetivos y forman parte del
ámbito interno de la profesional. Aquí podríamos hablar de asumir ciertos
riesgos. No sólo los relacionados con enfermedades o la integridad física, sino
otros de índole diferente. Relacionados tanto con el entorno íntimo de la profesional o incluso con la exclusión social.
En el último tramo del año 2015
lo he presenciado, en la distancia, en dos ocasiones.
Una de estas chicas es una
profesional un tanto particular. Dispone de un apartamento al que acude según
se organiza la agenda. Los días y los horarios son muy cambiantes. Muchas veces
es todo un logro localizarla. Recientemente, tras muchos intentos, más de los normales, finalmente
logro quedar con ella y vernos. Es una sospechosa habitual y tenemos algo de
confianza. Me comenta que ha tenido muchos problemas y que casi no ha trabajado
en una temporada. La razón es que tuvo un desencuentro con otra profesional. Un
asunto de dinero que tardó algo en solucionarse. Como venganza, la otra
profesional contactó con la familia de esta chica y varios de sus amigos y les
contó, con pruebas y demás datos, a qué se dedicaba realmente. El terremoto
causado en su vida personal fue de
enormes proporciones. Aun no se ha recuperado del todo y puede que nunca lo
haga.
El otro caso presenciado
recientemente ha sido diferente. En esta ocasión fue causado por un ataque de
celos. El novio de la chica en cuestión, que conocía y aparentemente aceptaba
la situación de su pareja, puso todo en conocimiento de la familia de ella.
Obviamente y al igual que en el caso anterior, las consecuencias han sido muy
severas y sus secuelas difíciles de superar.
¿Cuánto dinero estaríamos dispuestos a aceptar a cambio de
exponer así nuestra vida íntima y/o familiar? Visto lo sucedido en ambos casos y en otros parecidos da mucho que pensar.
No hay justificación alguna para traspasar la línea roja que delimita
lo personal y lo profesional de las mujeres que se dedican al sexo de pago. Ese respeto siempre se ha de mantener.
Evidentemente existen casos, y conozco varios, que abiertamente reconocen el ejercicio de su profesión. Pero el estigma social que existe es enorme y no es fácil lidiar con él. No todas quieren hacerlo y se ocultan discretamente. Es su decisión. Igualmente muchos de los usuarios del sexo de pago esconden sus escapadas a parejas, familiares y amigos. Por todo ello y por todo lo que implica, respetemos dicha línea.
Evidentemente existen casos, y conozco varios, que abiertamente reconocen el ejercicio de su profesión. Pero el estigma social que existe es enorme y no es fácil lidiar con él. No todas quieren hacerlo y se ocultan discretamente. Es su decisión. Igualmente muchos de los usuarios del sexo de pago esconden sus escapadas a parejas, familiares y amigos. Por todo ello y por todo lo que implica, respetemos dicha línea.
hola BAD BOY NECESITO QUE me esacribas a mi correo 24dakota24@gmail.com es muy urgente por favor para que borres un post de esta pagina en el que cuentas una experiencia y pones fotos porfavor date prisa gracias
ResponderEliminarHola. Ya está eliminada la experiencia. Disculpa si he causado alguna molestia. Un saludo
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