lunes, 18 de enero de 2016

Gatillazos: la delgada línea roja.



Uno de los habituales lamentos de los usuarios del sexo de pago, es la tarifa de los servicios contratados.  Siempre parece elevada. Obvio es, que tanto el que oferta cómo el que contrata el servicio, tienen pleno derecho a fijar y aceptar respectivamente  el precio que les parezca conveniente. La profesional  estima el montante a cobrar y el usuario lo paga en caso de haber acuerdo. Si no lo hay, cada uno por su lado y santas pascuas.

Si echamos la cuenta de la vieja, 100, 120,150 o 200 euros a la hora es una cantidad nada despreciable. A la hora de fijar dicho número, se tienen en cuenta muchos factores. Algunos pueden ser más o menos objetivos. Por ejemplo: la cantidad  de servicios a incluir, si se dispone de sitio o de si este corre por cuenta del cliente, etc. Otros son del todo subjetivos y forman parte del ámbito interno de la profesional. Aquí podríamos hablar de asumir ciertos riesgos. No sólo los relacionados con enfermedades o la integridad física, sino otros de índole diferente. Relacionados tanto con el entorno íntimo de la profesional o incluso con la exclusión social.

En el último tramo del año 2015 lo he presenciado, en la distancia, en dos ocasiones.


Una de estas chicas es una profesional un tanto particular. Dispone de un apartamento al que acude según se organiza la agenda. Los días y los horarios son muy cambiantes. Muchas veces es todo un logro localizarla. Recientemente, tras muchos intentos, más de los normales, finalmente logro quedar con ella y vernos. Es una sospechosa habitual y tenemos algo de confianza. Me comenta que ha tenido muchos problemas y que casi no ha trabajado en una temporada. La razón es que tuvo un desencuentro con otra profesional. Un asunto de dinero que tardó algo en solucionarse. Como venganza, la otra profesional contactó con la familia de esta chica y varios de sus amigos y les contó, con pruebas y demás datos, a qué se dedicaba realmente. El terremoto causado en su vida personal fue de enormes proporciones. Aun no se ha recuperado del todo y puede que nunca lo haga.

El otro caso presenciado recientemente ha sido diferente. En esta ocasión fue causado por un ataque de celos. El novio de la chica en cuestión, que conocía y aparentemente aceptaba la situación de su pareja, puso todo en conocimiento de la familia de ella. Obviamente y al igual que en el caso anterior, las consecuencias han sido muy severas y sus secuelas difíciles de superar.

¿Cuánto dinero estaríamos dispuestos a aceptar a cambio de exponer así nuestra vida íntima y/o familiar? Visto lo sucedido en ambos casos y en otros parecidos da mucho que pensar.

No hay justificación alguna para traspasar la línea roja que delimita lo personal y lo profesional de las mujeres que se dedican al sexo de pago. Ese respeto siempre se ha de mantener. 

Evidentemente existen casos, y conozco varios, que abiertamente reconocen el ejercicio de su profesión. Pero el estigma social que existe es enorme y no es fácil lidiar con él. No todas quieren hacerlo y se ocultan discretamente. Es su decisión. Igualmente muchos de los usuarios del sexo de pago esconden sus escapadas a parejas, familiares y amigos. Por todo ello y por todo lo que implica, respetemos dicha línea. 

2 comentarios:

  1. hola BAD BOY NECESITO QUE me esacribas a mi correo 24dakota24@gmail.com es muy urgente por favor para que borres un post de esta pagina en el que cuentas una experiencia y pones fotos porfavor date prisa gracias

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    1. Hola. Ya está eliminada la experiencia. Disculpa si he causado alguna molestia. Un saludo

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