martes, 21 de abril de 2015

Gatillazos: el insaciable y la fiesta.


Una de mis primeras pelis porno fue “Insaciable 2”, protagonizada por la ínclita Marilyn Chambers, que se convirtió en mito erótico personal para los restos de los restos. Y así me sentía yo al final de ese día: insaciable. Literalmente.

Mis gustos siempre han tirado por los formatos reducidos: uno contra uno, dos contra uno. Pero todos tenemos fantasías rondando por la cabeza y cuando surgió la oportunidad de participar en una orgía, la aproveché. Esa primera vez no cuajó. No me sentí a gusto y opté por salir de allí y proseguir en un uno contra uno. Al tiempo surgió otra oportunidad y lo intenté de nuevo. Esta vez la cosa salió mucho mejor, pasé muy buen rato. Pero me reafirmo en que me resulta más intenso y placentero cuando hay intimidad.

Llamé a la puerta y allí estaban: cinco chicas guapas y simpáticas en lencería, el apartamento ambientado al efecto (luz tenue, música, toallas, condones, colchón en el suelo, comida, bebida, etc.) y otros tantos maromos. 



Ambiente agradable y cordial. Nada de rollos raros, ni chungos. Todo muy natural y normal. Fuimos rompiendo en hielo con algo de beber, charlando y bromeando y tras pasar por la ducha, comienza poco a poco la fiesta. Primero en parejas, repartiéndonos por la estancia. Me tocó, ya que no la elegí yo, una chica alta y estilizada, con un cuerpo muy bonito. Pero al poco me dí cuenta de que no había sintonía entre ambos. No comenzaba bien la cosa. Pero lo bueno de esto es que hay mucho movimiento, así que al poco otra de las chicas estaba jugando con nosotros. Francés a dos bocas y yo metiendo mano a otra tercera que andaba a nuestro lado. Seguíamos de pie cuando una de ellas me invita a tumbarnos en el colchón. Allí prosigue con el francés y a ver a una de las chicas pasar la invito a unirse a nosotros. En este punto pierdo la noción real de los hechos. Todo son cuerpos, gemidos, tacones, chupadas y folladas.

Aparece por nuestro lado otra de las chicas y hay otro cambio. Me come, la como, me cabalga, me folla y me la follo. Es la con la que más sintonía tengo de todas y lo disfruto bastante. Cuando estamos a cuatro, por detrás se une una de las chicas. Ambas a cuatro. Follo con la otra. Otra vez cambio. Acalorado e incómodo por la posición, me incorporo. Mis dos compañeras de juego se esfuman. Me encuentro de frente con otra de ellas. Más juegos, más francés, más a cuatro. Un buen rato. Nos separamos. Veo a una de ellas cabalgar a uno de nosotros. Me acercó y le invito a que me chupe. Ella accede y succiona con pasión.

Tomo un respiro. Tengo un calor considerable. Una ducha reconstituyente y salgo de nuevo al campo de batalla. La cosa anda más tranquila. Me acomodo en el sofá a charlar con una de ellas. Se las ingenia para que como si nada se me pase el calor y me pongo todo burro. Veo el culo de otras dos chicas follando, los miro mientras mi compañera me monta y me dice guarradas. Es el mejor rato de sexo de la tarde y exploto en un orgasmo.

Salgo de la ducha y  no puedo por menos que invitar a una de las chicas a que me la chupe. Por lo visto ya se había dado por terminada la orgía. Así que para no abusar, después de un rarito, me retiro y vuelvo a lavarme. Joder, me parece que no he hecho otra cosa que estar bajo el agua en toda la tarde.

Poco a poco nos replegamos, un poco de charla, bromas. Como digo todo muy distendido. Me doy cuenta de la hora y debo irme ya.

Terminado el asunto personal que me esperaba, noto que estoy todavía más que cachondo perdido. Hago una llamada y en veinte minutos estoy en la cama de una de mis sospechosas habituales. Me dice que vengo muy excitado. Ella está muy receptiva, más de lo habitual, y ambas circunstancias hacen que echemos un polvo memorable. Dice que la supero, que estoy muy salvaje. Son exageraciones suyas pero es cierto que estoy embalado. Incluso me da un leve mareo debido a que no controlo el esfuerzo físico. Esta chica es un portento y cuando nos hartamos de cabalgarnos mutuamente nos enganchamos en un sesenta y nueve como pocas veces he hecho. Parece que ella me come con su coño y no al revés. Explotó en su boca y sin darme cuenta estamos dándonos un beso blanco. No aprecio nada esa práctica, pero en ese momento surgió de lo más natural.

Salgo de su apartamento y caminando por la calle me doy cuenta de que algo no va bien. Será el sol, el aire o la ciudad, pero sigo cachondo perdido. Me pongo nervioso con solo ver a las chicas pasar. Se me ilumina la cabeza. En una perpendicular a esa calle recibe una chica de un país del este con un físico espectacular y una buena y merecida fama. Por increíble que parezca ya estoy llamándola para quedar con ella. Digo increíble porque tras haber follado con seis chicas y haberme corrido tres veces, mi líbido suele estar más que tranquila. Pero hoy sigue pidiendo caña y eso que nunca tomo ningún estimulante sexual.


Justo cuando estoy marcando el número de la chica me entra una llamada. Es un amigo, para vernos. Menos mal. Quedo con él y me olvido de la seguramente mala, idea de quedar con otra chica. Ya habrá tiempo. No todo en esta vida es follar. ¿O sí?

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